Señores y señoras del jurado,
lo que tienen entre manos ¡es un poema erótico!,
un ejemplar burdo y exótico
de lo que durante años ha sido, inútilmente, censurado.

Para este verso el corazón de más de uno de ustedes se habrá parado,
les invito a abandonar la lectura si se encuentran en un estado delicado
y me atrevo ahora a adivinar lo que están pensando todos aquellos que no han abandonado:

¿Quién en su sano juicio sería tan osado
de presentar semejante aberración ante un jurado?
Y la respuesta es, simple y llanamente:
esta pluma rota que juega a matar gente,
que tiene un don para la ofensa
y arrastra por el folio mi mano escupiendo tinta densa,
y parte de la culpa es irremediablemente otorgada
a la persona tras la pluma
quien, por un buen poema que escribió,
poeta fue llamada.

Pido de antemano disculpas al lector
si, escribiendo esto, por desventura
ignoré las leyes de la buena literatura.

Y por favor perdónenme
si, enfrascada en mi debate,
dejé escrito demasiado fuerte
algún gran disparate.

A todos aquellos
que hasta aquí me hayan seguido el juego
les diré que, para mí,
es tan erótico un beso en el cuello como el olor a libro nuevo,
así que no se sorprendan,
cabe avisar
de lo que los siguientes versos
intentarán retratar:
erótico es desabrochar una camisa
en mitad de la tormenta
y, botón a botón,
perder el timón
e irreversiblemente
enamorarse de la corriente,
aprendiendo a bailar
con el vaivén del mar
y en una mirada… temblar.

Y mientras dure la noche
entregarse a un derroche
inexplicable de saliva.

Y descorchando una botella de champán
reír entre copas y piernas y labios
y encontrar la paz en el ojo del huracán.
Y un pan con mantequilla y mermelada
y el vibrar de las cuerdas de un violín
como una caricia fogosa, apasionada,
y de cualquier débil cordura hallar el confín.

Y a la mañana siguiente
darse cuenta de que un palmo se hundió la cama
y medio palmo se nos salió el corazón
y de este dantesco panorama
sacar una brillante conclusión:
Erótico, señoras y señores,
es llegar al orgasmo de cualquier tema
y llamar al gemido, poema.

Me disculpo humildemente con todos aquellos a los que este poema haya asustado,
quizá también con todos aquellos a los que haya decepcionado.
Sabía yo, antes de saberlo,
que escribir algo así era arriesgado
pero aquí va una verdad de este poema:
¡Señores y señoras del jurado!,
jamás ningún poeta debería temer ser censurado
y cualquier tema del mundo debería, sobre el folio,
con tinta y sabiduría, poder ser tratado.

¡Señores y señoras del jurado!,
si existe un límite para la literatura,
yo, no lo he encontrado.

Señores y señoras más allá del jurado:
lo que tienen entre manos ni siquiera es un buen poema erótico,
es tan solo un ejemplar, burdo y exótico,
de lo que con tinta, papel,
y tal vez poca vergüenza
aquí se ha logrado.

Queridos lectores que hasta aquí hayan llegado,
esto, sin ir más lejos, es erótico
y lo sabe quien lo ha probado.

Mar Nieto
1r Batxillerat
1r premi de poesia